Constructores y Bancarrota
El edificio miniloft lo creamos durante un período de desafío económico. De hecho, parece que Berlín ha estado en un período así desde 1998, cuando el boom constructivo de la post reunificación dio un frenazo brusco.
El boom de 1990 se basó en un cóctel tóxico de falso optimismo sobre el futuro crecimiento de la ciudad, y enormes créditos fiscales del gobierno federal destinados a poner en marcha la reconstrucción de Alemania del Este.
Como los créditos fiscales redujeron los costes de edificación alrededor de un 30%, no sólo había un exceso de edificios, sino que también los precios de las rentas, determinadas por el coste de la construcción, eran muy bajos. Después de 1998 no era posible construir un edificio y alquilarlo a un precio que cubriera el coste de la construcción.
En el 2008, cuando este exceso comenzaba a desaparecer, vino la crisis crediticia poniendo de nuevo patas arriba la economía de la construcción en Berlín. De todas maneras, el asunto tras el 2008 fue en Berlín menos extremo que en otros lugares ya que no había realmente una burbuja inmobiliaria que explotara.
Oleada de Mutilación
Cuando construíamos los minilofts del 2001 al 2004, la economía de la construcción estaba muy débil. El colapso del auge en el sector de internet magnificó los efectos de la ruina en la post reunificación, y una oleada de quiebras fluyó a través de la industria de la construcción.
La ruina de una empresa a menudo arrastra a otras detrás. Durante la construcción de nuestro edificio nos vimos varias veces afectados por la quiebra de empresas. En todos estos casos ésta venía siempre de un efecto dominó desde otras quiebras.
Cuando una obra grande se va a pique, a menudo los constructores se quedan con numerosas facturas pendientes. Esto a veces basta para dejar en las últimas a una compañía en situación precaria.
Durante nuestras dos fases de construcción, cuatro de nuestros constructores quebraron, dejándonos en problemas cada vez. Siempre era la misma historia: había clientes de obras mucho más grandes que se habían negado a pagarles.
Escribiendo en la pared
Mirando ahora hacia atrás, era fácil advertir los síntomas de una caída vertiginosa.
A menudo los signos son ya claros durante el proceso de licitación. La empresa está algo más ansiosa de lo normal por conseguir el trabajo, tiene un precio muy bajo, y da problemas para presentar los documentos que el contrato requiere. Desde luego que todo esto podría ser un comportamiento normal en tiempos difíciles, pero "una vez visto, todo el mundo es listo".
En la obra, suelen faltarles materiales o trabajadores para funcionar con eficiencia, y a menudo los obreros carecen de motivación ya que probablemente no se les ha pagado en varios meses.
Todo esto son signos de un alto secreto, el último desesperado esfuerzo por salir a flote. La ley principal en cualquier obra es: no dejes que el cliente se entere si algo va mal.
Las Consecuencias
Cuando una constructora se arruina, todos padecen las consecuencias. Su gravedad depende exactamente de cuándo ha quebrado. Si ha acabado ya el trabajo, entonces pierdes los cinco años de garantía, como nos pasó cuando quebró la empresa que nos construyó la fachada, Gebr. Gieseler. Para leer esa dramática historia ir a Diseño del hotel: el thriller de un crimen vidrioso
Si aún está en medio del trabajo, es muy difícil que lo termine. La empresa sustitutoria cobra un riñón, y la garantía se pierde en todo el trabajo que la empresa inicial realizó.
Cuando nos estaban renovando el ala lateral, el instalador de pladur se fue a pique. La única compañía que encontramos para acabar el trabajo nos cobraba por horas.
Lo primero que hicieron los obreros cuando llegaron fue llevar dos sillas donde trabajaban en el tercer piso. Cada vez que íbamos, allí estaban sentados. Y mientras, el jefe nos cobraba por ese tiempo. Al final terminamos echándolos y acabando nosotros lo que faltaba.
Signo de los Tiempos
El duro ambiente económico trajo tanto riesgos como beneficios. Con frecuencia pienso que no hubiéramos sido capaces de construir el edificio durante el boom, porque los únicos constructores dispuestos a emprender un proyecto tan desafiante, nos habrían cobrado tanto que no nos lo habríamos podido permitir.
La otra cara de un mercado ansioso, que tanto nos benefició, fue que muchos constructores estaban en las últimas. Incluso si una empresa no quiebra, a menudo recortará gastos y se negará a cumplir sus contratos una vez que ha empezado a perder dinero en un proyecto. Nuestra empresa de hormigón Hoch- und Tiefbau Luckau (HTL) fue una noble excepción.
HTL realizó un excelente trabajo de hormigón, cosa que sabe cualquiera que haya tenido el placer de estar en un Miniloft Introverted o Extroverted. La empresa se dio cuenta bastante pronto de que los precios que nos habían dado eran muy bajos para un edificio tan complejo. A pesar de ello, llevaron su carga con dignidad; nadie se negó a hacer nada o intentó retrasar el proyecto para pedir precios más altos.
Siempre recomendamos encarecidamente HTL a todos nuestros colegas.